Científicos encontraron los fragmentos de vértebras
y huesos largos de hace 72 millones de años.
DINOSAURIOS EN MÉXICO
Antecedentes (1926-1980)
El primer registro que se tiene sobre dinosaurios en México data de 1926, cuando el geólogo alemán W. Janensech reportó el descubrimiento de unos huesos de ceratópido encontrados en el "Ejido Soledad", de la zona central del estado de Coahuila.
Posteriormente, en 1942, en su libro Hadrosaurian Dinosaurs of North America, Lull y Wright se refieren a un lugar del estado de Sonora, al noroeste de México, como un sitio con este tipo de dinosaurios, y lo describen así: "La localidad número 49 se encuentra formando un rectángulo de 13 millas al norte y sur por 10 al este y oeste, y ésta a 25 millas al suroeste de Douglas y a la misma distancia al sureste de Naco, es decir aproximadamente a 15 millas al sur de la frontera internacional. En la parte superior de la Formación Snake Ridge se encontraron huesos y dientes de dinosaurios [...] en la brecha entre el pico Magallanes y Mustenas." El material fue enviado para su identificación a Barnum Brown, destacado paleontólogo, quien lo consideró una nueva especie, pero difícil de definir sólo con ese material.
Brown infirió, luego de estudiar los dientes descubiertos, que el horizonte donde se encontraron era comparable en edad a la formación Edmonton. El ejemplar era un hadrosaurio de tamaño equivalente a Trachodon mirabilis (más tarde conocido como Anatosaurus copei) y, en ese tiempo, fue considerado el registro más al sur de dinosaurios hadrosaurios.
En 1954 William Langton Jr. y Millis H Oakes, que entonces colaboraban en el Museo de Paleontología de la Universidad de Berkeley, en California, reportaron huesos de los pies de hadrosaurio descubiertos en Punta San Isidro, en el entonces territorio (actualmente estado) de Baja California. El material consistía en dos ejemplares de tamaño parecido al género Kritosaurus (Langston & Oakes, 1954).
De junio a septiembre de 1959, un equipo de estudiantes universitarios, bajo la dirección de Clarence O. Durham y Grover E. Murray, realizaron trabajo de campo en la llamada Cuenca de Parras, al sureste de Coahuila, y reportaron el descubrimiento de restos de dinosaurios asociados con moluscos marinos. Posteriormente, la localidad fue reexaminada por Boyd, Wolleben, Murray y John A. Wilson, de la Universidad de Texas, quienes recolectaron material de por lo menos cuatro dinosaurios.
Los fósiles fueron identificados por J. A. Wilson y Edwin H. Colbert como de un dinosaurio ornitisquio de la familia de los ceratópidos, referidos al género Monoclonius; otro material fue identificado como el de un hadrosaurio, perteneciente a los tracodontes (Murray y colaboradores, 1960).
En el verano de 1966 un equipo del Museo de Historia Natural del Condado de Los Angeles, dirigido por William Morris y con la colaboración de investigadores del Instituto de Geología de la UNAM (IGLUNAM), con el permiso del gobierno mexicano, realizó la búsqueda de fauna de vertebrados fósiles en el límite Cretácico-Terciario en estratos cercanos al pueblo de El Rosario, en Baja California. Se encontraron muchos dinosaurios, principalmente hadrosaurios con y sin cresta, además de material asignado a tiranosaurios, dromaeosaurios y anquilosaurios.
Por ello se consideró esa zona de las márgenes del Pacífico norteamericano como una de las más ricas en restos fósiles. El animal más destacado descubierto ahí fue un gran dinosaurio crestado, del género Hypacrosaurus altispinus (Morris, 1967). Fue descubierto por Alan Tarbum, de la Escuela de Minas de Dakota del Sur.
La primera determinación del ejemplar fue errónea, ya que en 1972 aparecieron en la formación El Gallo, donde se encontraron restos del cráneo; además ésta fue datada radiométricamente por el método de Potasio/Argón, y se demostró que el ejemplar estaba más cercano al género Lambeosaurus (Morris, 1972).
En 1970 se efectuaron otras búsquedas por el mismo grupo de investigadores al sur del arroyo Rosario, cerca del pueblo del mismo nombre. Harley J. Garbani descubrió un dinosaurio terópodo, en una localidad designada por Kilmer como formación "La Bocana Roja" (Kilmer, 1963). Ralph Molnar estudió el ejemplar y propuso que era un nuevo género y especies de la familia de los tiranosaurios, a la que dio el nombre de Labocania anomala.
Los géneros de dinosaurios reportados para Baja California por Weishampel y sus colaboradores en su libro Dinosauria en 1990 eran:
a) Formación El Gallo. (Morris 1971, 1973a, 1981; Leitch. Compilación personal.) Edad Campaniano (Morris 1981).
Theropoda:
Tyrannosauridae
Cf. Albertosaurus
Tiranosáurido indeterminado
Ornitomímido indeterminado
Troodontidae
Troodon formosus
Dromaeosauridae
Saurornitholestes sp
Dromaeosáurido indeterminado
Ornithopoda
Hadrosauridae
?Lambeosaurus laticaudus
? Lambeosaurus sp
Hadrosaurinos indeterminado
Anquilosaurios
Anquilosaurios indeterminado
Nodosaurios indeterminado
Cf. Euoplocephalus sp
Ceratosaurios
Ceratópsidos indeterminado
b) Formación La Bocana Roja (Molnar, 1974). Edad Campaniano (?). (Molnar, 1974).
Theropoda
?Carnosauria
Labocania anomala
Localidades en México del período Jurásico
Hasta los primeros meses de 1997 no se reportaron descubrimientos de restos de dinosaurios en rocas del período Triásico en México. Por lo que respecta al período Jurásico se han encontrado algunos dientes aislados de dinosaurios ornitisquios y terópodos del grupo de los Coelosáuridos y otros terópodos de gran tamaño en el cañón Huizachal, del estado de Tamaulipas.
Esta localidad, descubierta en 1982 por el Dr. James M. Clark, es de gran importancia porque ahí se han encontrado los vertebrados terrestres más antiguos en México, con una edad de 180 millones de años aproximadamente, lo que la ubica en lo más tardío del período Jurásico temprano.
Entre las especies que habitaron ese sitio están los tritilodóntidos, considerados como protomamíferos muy cercanos a los verdaderos mamíferos, representados por el género Bocatherium mexicanum, tres diferentes esfenodontes relacionados con las tuátaras, mamíferos de por lo menos cinco taxa y cocodrilomorfos.
Destacan por su importancia un enigmático animal al que se le llamó Tamaulipasaurus morenoi, relacionado —aunque no de forma directa— con los amfisbaénidos, reptiles excavadores con los ojos muy reducidos.
Se encontró también un reptil volador del género Dimorphodon, cuyo estado de preservación es asombroso porque se conservó en tres dimensiones, es decir, "en bulto", un caso muy raro, ya que casi todos los pterosaurios encontrados están aplastados o en sólo dos dimensiones. Las características de su anatomía, en especial la forma del pie, han servido para demostrar que los reptiles voladores o pterosaurios caminaban en cuatro patas y no en dos, como algunos autores han sugerido.
En el estado de Puebla, en las "capas rojas" cercanas al pueblo de San Felipe Ameyaltepec, se han recolectado fragmentos de huesos grandes identificados como Saurópodos; sin embargo, la edad de las rocas aún se discute.
Localidades en México del período Cretácico
En 1980 un equipo del IGLUNAM, integrado por Shelton P. Applegate, Luis Espinosa y Víctor Torres, bajo la dirección de Ismael Ferrusquía-Villafranca, prospectó en los sedimentos del período Cretácico en el estado de Coahuila en búsqueda de mamíferos de la era Mesozoica. En la ciudad de Torreón conocieron al Dr. Luis Maeda, quien en su colección tenía grandes huesos de dinosaurios encontrados en el ejido Presa San Antonio, municipio de Parras.
Posteriormente conocieron, en la ciudad de Saltillo, al señor José Rojas, un coleccionista aficionado que en 1977 había recolectado dinosaurios en el ejido Rincón Colorado, municipio de General Cepeda. Uno de sus ejemplares era un hadrosaurio que conservaba las impresiones de la piel y estaba articulado; otro era un ceratópido. El señor Rojas donó los fósiles al IGLUNAM.
En 1985 investigadores del Museo Real de Ontario efectuaron una recolección de dinosaurios en el ejido Presa San Antonio. Christopher Mcgowan, Kevin Seymour, Andrew Leitch y Brian Iwama, informaron el rescate de un esqueleto parcial de hadrosaurio y, en menor cantidad, un ceratópido. Otro material identificado pertenece a terópodos.
Weishampel y colaboradores, en el libro Dinosauria (1990), dan la siguiente lista de dinosaurios para Coahuila:
a) Formación Cerro del Pueblo. (Leitch y Seymour, compilación personal; Murray, y colaboradores, 1960.) Edad: Campaniano. (Murray y colaboradores, 1960.)
Theropoda
Tiranosáurido indeterminado
Ornitomímido indeterminado
Dromaeosáurido indeterminado
Ornitopoda
Hadrosauridae
Hadrosáurido indeterminado
Anquilosauria
Anquilosáurido indeterminado
Ceratopsia
Ceratópido indeterminado
(= Monoclonius)
Estratos Soledad. (Janensech 1926; Lull 1933.) Edad Maestrichtiano tardío
Ceratopsia indeterminado
A finales de 1987, el IGLUNAM comenzó formalmente el estudio de los dinosaurios del Cretácico con un proyecto llamado "Primer montaje de un dinosaurio colectado, preparado y armado en México".
El 65% de un dinosaurio fue colectado en la primavera de 1988 en el ejido Presa San Antonio, municipio de Parras, Coahuila, y preparado y armado en los laboratorios del museo del Instituto de Geología de la UNAM. Se encuentra en exhibición en la sala de Paleontología de ese museo y el autor de la presente obra lo identificó —teniendo en cuenta las extremidades del ejemplar— como un hadrosaurio del género Kritosaurus, de 7 metros de largo. En la mano izquierda presenta una patología que consiste en que varios huesos están fusionados.
En la misma cantera donde se descubrió al Kritosaurus se recolectaron parte de otros dos dinosaurios lamberosaurinos, identificados principalmente por sus isquiones.
El estudio de los dinosaurios en México recibió más apoyo del IGLUNAM y, en colaboración con la Comisión de Paleontología de la SEP de Coahuila y la Dinamation International Society, en 1993 se empezó un ambicioso proyecto llamado "Prospección, rescate y estudio de los dinosaurios del Cretácico de Coahuila", cuyos objetivos son conocer el potencial fósil que tienen los sedimentos del período Cretácico de ese estado, particularmente de dinosaurios, identificar el tipo al que pertenecen y dar a conocer los resultados de su estudio a través de conferencias, artículos y libros disponibles para la comunidad científica y el público en general.
La primera prospección se realizó en febrero de 1993, que resultó en interesantes hallazgos, de los cuales el mejor, sin duda, fue el redescubrimiento de las localidades fosilíferas del ejido Rincón Colorado.
Se han localizado en una área de 40 kilómetros cuadrados 80 sitios con restos de dinosaurios, de los que destaca por su abundancia y estado de preservación de restos fósiles el Cerro de la Virgen, rebautizado como Cerro de los Dinosaurios. Algunos de ellos conservan un poco de piel, y otros muestran un proceso de momificación y posterior permineralización.
Las especies más abundantes son los hadrosaurios, con y sin cresta, seguidos por los ceratópidos. También se han encontrado varios terópodos de la familia de los tiranosáuridos, dromaeosáuridos y ornitomímidos.
La lista de géneros identificados para el estado de Coahuila para fines de 1994 es la siguiente:
Theropoda, Tyrannosauridae, cf. Albertosaurus sp,
Ornitomímido indeterminado.
Dromaeosáurido indeterminado.
Ornithopoda
Hadrosauridae
Kritosaurus sp
Edmontosaurus sp
Lambeosauridae
Lambeosaurus sp
Ankylosauria
Anquilosáurido indeterminado.
Ceratopsia
Ceratopsidae
Centrosaurus sp
Chasmosaurus sp
Otros vertebrados recolectados incluyen a los peces (particularmente tiburones y peces raya), cocodrilos y tortugas.
Como evidencias indirectas se ha encontrado una gran cantidad de coprolitos de diferentes tipos, referidos a tortugas, cocodrilos y dinosaurios. También se han descubierto pisadas de por lo menos dos grupos diferentes de ellos, probablemente hadrosaurios y terópodos.
Los moluscos son los invertebrados más abundantes que se han encontrado y pertenecen a los siguientes géneros: Ethmocardium sp, Inoceramus vanuxemi, Turritella vertibroides, Eutreohoceras sp, y Sphenodiscus sp. La asociación de Inoceramus vanuxemi y Sphenodiscus indican una edad de Campaniano tardío, es decir que esa fauna vivió hace 70 millones de años.
También se ha recolectado una cantidad considerable de frutos fósiles de, por lo menos, siete tipos diferentes.
Los fósiles han sido descubiertos en lo que geológicamente se conoce como Formación Cerro del Pueblo del Grupo Difunta. Los sedimentos que la constituyen son intercalaciones de rocas sedimentarias llamadas lutitas y areniscas de origen terrestre y marino. Existen abundantes marcas de antiguos oleajes y huracanes.
El paleoambiente que se propone para los dinosaurios del sureste de Coahuila es el delta de un río, algunas de cuyas ramificaciones desembocaban en una laguna de aguas salobres y comunicada con el mar. Sólo así puede explicarse la riqueza y asociación de dinosaurios, cocodrilos, tortugas, frutos, impresiones de hojas e invertebrados marinos. En algunos casos había más influencia marina y en otros el aporte de material terrestre era más poderoso, de ahí la variación y las intercalaciones entre las lutitas y las areniscas.
En 1993 la profesora Yolanda de León realizó un importante hallazgo en el municipio de Ramos Arizpe, Coahuila: un huevo fósil en excelente estado de preservación. El ejemplar fue mostrado a los paleontólogos que asistieron al 54º Congreso de la Society of Vertebrate Paleontology que se celebró en la ciudad de Seattle, Washington (EU), en octubre de 1994, quienes coincidieron en confirmar la identificación del ejemplar. Uno de los investigadores sugirió que se sometiera a estudios de somatografía y rayos X, teniendo en cuenta la probabilidad de que dentro hubiera un embrión.
Esta teoría fue confirmada por los doctores Luis A. Mora Hernández, Raúl Saldaña Lobato y Mario Martínez Guerra, técnicos en radiología, quienes efectuaron dos estudios de somatografía. Toda la información obtenida por esos medios está analizándose en el Laboratorio de Visualización de la Dirección General de Cómputo Académico (DGSCA) de la UNAM, para obtener una imagen tridimensional del embrión.
A principios de 1997 aún se realizaban estudios para saber a qué grupo pertenece el fósil, ya que son varios los animales que se reproducen por medio de huevos, entre ellos los dinosaurios, las tortugas, los reptiles voladores y los cocodrilos.
Pisadas de dinosaurios en México
El estudio de las pisadas y rastros de dinosaurios es muy importante porque brinda mayor información de los huesos, la velocidad a la que caminaban o corrían los dinosaurios, si eran cuadrúpedos, bípedos o combinaban esas posiciones; si viajaban en manadas o eran solitarios; cómo cazaban, etcétera. Sin embargo, un problema que presentan, semejante al de los coprolitos, es el no poder determinar el género y especie del dinosaurio que las produjo.
En México se han descubierto pisadas de dinosaurios en el estado de Oaxaca, asignadas a terópodos y dos familias de saurópodos del período Jurásico medio; en Michoacán se reportan dos familias de terópodos y dos de ornitópodos del período Jurásico superior. Otra localidad es el estado de Puebla, período Cretácico superior, con representantes de una familia de ornitópodos y otra de Saurópodos (Ferrusquía-Villafranca y colaboradores, 1995).
También en el estado de Coahuila se han descubierto pisadas de dinosaurios en la Formación Cerro del Pueblo, Cretácico superior, asignadas a hadrosáuridos y terópodos.
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