miércoles, 30 de noviembre de 2011

La epilepsia no contraindica una infancia normal









Pediatría
Fuente:http://pediatria.diariomedico.com



ENCUENTRO SOBRE EPILEPSIA PEDIÁTRICA

La epilepsia no contraindica una infancia normal

Muchos de los síndromes de epilepsia tienen su inicio en la edad pediátrica y mantener a raya las crisis sin interferir con el crecimiento infantil en sus distintas facetas es el principal objetivo en el manejo de este cuadro.

Ángeles Pérez Jiménez,neurofisióloga del Hospital Niño Jesús y Jaime Campos,neuropediatra del Hospital Clínico 
de Madrid.


La epilepsia, un síndrome en el se engloban hasta 30 tipos de crisis y cerca de 100 síndromes epilépticos, según sus diferentes signos y síntomas, es una de las enfermedades neurológicas más frecuentes tanto en la infancia como en la edad adulta. La Organización Mundial de la Salud considera que la incidencia de las epilepsias es alta en la infancia, se estabiliza en la adolescencia y disminuye en la edad adulta.
En España se estima una incidencia de 62,2 casos por cien mil habitantes, en menores de 15 años, con una mayor afectación en el primer año de vida, según Carlos Salas, del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca, de Murcia, y uno de los coordinadores del recién publicado Tratado de Epilepsia que se centra muy especialmente en la edad pediátrica, y para quien "el diagnóstico en pediatría es más laborioso, y el tratamiento, muchas veces, más problemático. Es necesaria una mayor precisión y un ajuste de dosis mucho más meticuloso que en un adulto".
"El cerebro del niño no es el de un adulto en miniatura, por lo que la interpretación de las pruebas diagnósticas requiere entrenamiento específico"
Una detección temprana y certera es la clave para comenzar con los abordajes oportunos y cortar de raíz con las crisis que conllevan deterioro cognitivo y motor. El desarrollo de las técnicas de neuroimagen y la integración de las diversas exploraciones ofrecen, al fusionarse, información más completa del foco epiléptico. El diagnóstico de la epilepsia es esencialmente clínico, pero las pruebas neurofisiológicas son esenciales en pacientes con sospecha de crisis y para identificar con precisión el tipo de epilepsia que se presenta, según Ángeles Pérez Jiménez, responsable de Neurofisiología de la Unidad de Epilepsia en el Servicio de Neurocirugía del Hospital Niño Jesús, de Madrid.
Valoración multimodal 
Pérez, que ha participado en un encuentro internacional sobre epilepsia pediátrica celebrado en la Fundación Ramón Areces, de Madrid, considera que, en esa valoración global multimodal, la prueba por excelencia es el vídeo-EEG, que combina el registro del electroencefalograma (EEG) con la imagen del paciente grabada en vídeo en tiempo prolongado, que pueden ser días. "Además de confirmar el diagnóstico, el vídeo-EEG también puede ayudar a detectar episodios leves o menores que hayan pasado desapercibidos y estén deteriorando el desarrollo normal del niño.
"Una cuarta parte de los casos que no se controlan son falsas epilepsias, como crisis paroxísticas no epilépticas, síncopes o parasomnias"
Determinadas formas de epilepsia aparecen en el periodo neonatal y aquí la labor del neurofisiólogo es específica, pues "el cerebro del niño no es el de un adulto en miniatura: la interpretación de las pruebas diagnósticas en la infancia requiere un entrenamiento concreto; desde el punto de vista de la neuroimagen, por ejemplo, el estudio puede ser más difícil que en el paciente adulto, pues el cerebro infantil se está mielinizando". En niños, una epilepsia mal controlada o que conlleva muchas crisis, se asocia a riesgo de deterioro cognitivo, aunque, a su favor, la edad pediátrica, en comparación con la adulta, cuenta con mayor capacidad de recuperación de déficits neurológicos por la plasticidad neuronal.
Existen cerca de 22 fármacos comercializados para el abordaje de la epilepsia, "que controlan hasta un 80 por ciento de los casos", según Jaime Campos Castelló, neuropediatra y neurofisiológo clínico en el Hospital Clínico, y profesor de Pediatría en la Universidad Complutense, de Madrid, "lo que reduce el impacto social de la enfermedad y el deterioro intelectual; en suma, aumenta la calidad de vida del niño".
El tratamiento quirúrgico, que se diseña en función de la existencia del foco epileptógeno y de su localización mediante vídeo-EEG, según Pérez Jiménez, es totalmente curativo cuando existe la indicación oportuna.
Unidades de epilepsia
Sin embargo, un 20 por ciento de epilepsias infantiles siguen siendo farmacorresistentes, no tienen un control oportuno. Campos sostiene que el fomento de unidades hospitalarias de epilepsia, cuya presencia es casi anecdótica en el sistema sanitario público español, es totalmente necesario para realizar seguimiento y reevaluación. "El 25 por ciento de los casos que no se controlan son falsas epilepsias: crisis paroxísticas no epilépticas, síncopes o parasomnias, entre otras".
A los agentes antiepilépticos de primera y segunda generación, no exentos de efectos adversos, se han sumado los de tercera generación, que pretenden ser más efectivos y menos tóxicos, según José Luis Herranz, neurólogo de la Universidad de Cantabria, en Santander, sin olvidar "las nuevas dianas de investigación (ver cuadro adjunto) que buscan erradicar la farmacorresistencia, pero también un tratamiento mucho más específico a cada epilepsia".

UN DURO ESTIGMA QUE ENVUELVE A TODA LA FAMILIA

La epilepsia carga sobre los hombros de cada persona afectada un gran estigma social, un aspecto contra el que no sólo luchan cada vez más profesionales médicos sino que es uno de los objetivos de las asociaciones de pacientes y de sus familiares. En un informe realizado por la empresa Cuestiona para la Fundación Síndrome de West, un tipo de epilepsia, se concluye que la percepción de discriminación, en actos sociales, restaurantes e incluso en el entorno familiar, "sí existe y aumenta a medida que el paciente cumple años", según Nieves Pombo, socia directora de Cuestiona, que ha presentado estos datos en un simposio internacional celebrado en la Fundación Ramón Areces, de Madrid. Así, un 20 por ciento de familias dicen que sí existe discriminación, un 40 por ciento reconoce que a veces y un 38 por ciento considera que nunca. La familia es la segunda afectada, ya que en los primeros años de enfermedad dos de cada tres personas, sobre todo madres, con hijos epilépticos tienen que abandonar el trabajo por las numerosas hospitalizaciones. "En el 68 por ciento de los casos algún familiar abandona el trabajo, pero si no lo hace, posteriormente, las bajas laborales temporales son más frecuentes, así como las reducciones de jornada, por la atención que requiere el enfermo, "lo que sugiere que es necesario contribuir y facilitar la conciliación laboral y familiar desde las empresas y las administraciones".

martes, 29 de noviembre de 2011

Tratamientos psicológicos (V).Terapia de familia








Tratado de Psiquiatría
Capítulo 46
Tratamientos psicológicos (V).Terapia de familia.
P.Salorio del Moral,J.Rodado Martínez.
Fuente: http://www.psiquiatria.com


Terapia de niños
 Mujeres embriagadas
Cuando la pareja está bien

RESUMEN:

INTRODUCCIÓN
La Terapia Familiar tal como la conocemos en
la actualidad, comienza a desarrollarse en los
Estados Unidos sobre los años 50. En esta
época el Psicoanálisis era una de las principales orientaciones psiquiátricas, pero para muchos
psiquiatras este método no era lo suficientemente
útil, sobre todo en el tratamiento de los pacientes esquizofrénicos, por lo que intentan buscar nuevas alternativas terapéuticas (Pereira, 1994). Esa nueva alternativa era la Terapia Familiar, cuyo objetivo en un
principio no era cambiar unas percepciones individuales, sino cambiar la estructura de la familia y los
patrones de conducta alterados. No era suficiente el
tratamiento individual, ya que además de cambiar los
conflictos internos de la persona era necesario cambiar el medio en el que la persona vive.
En este capítulo se tratará de dar una visión global
de los abordajes teóricos de la familia en cuanto a
evaluación y tratamiento psiquiátrico. Comenzaremos con una revisión histórica de los diferentes modelos teóricos que han dado lugar al movimiento de
la Terapia Familiar, a continuación trataremos de definir qué se entiende por familia, su estructura y sus
funciones, posteriormente revisaremos los principales enfoques en Terapia de Familia y la utilidad del
enfoque sistémico en Psiquiatría. Finalmente cómo
usar eficientemente los distintos tratamientos familiares sistémicos en diferentes patologías como: las toxicomanias, los trastornos de la alimentación, las psicosis y en el tratamiento con niños.

EVOLUCIÓN HISTÓRICA
Hace años que la Psiquiatría reconoce la influencia crucial de la familia en el desarrollo del individuo
y su psicopatología. Durante muchos años la atención se dirigió de forma primaria al impacto de la
díada madre-hijo en la infancia temprana de este último, siguiendo un modelo de influencia causal que
asumía que las deficiencias de la personalidad materna y su estilo maternal eran responsables de cualquier alteración en la descendencia. En este modelo
los miembros de la familia eran vistos de una forma
colateral y separada al tratamiento individual del paciente (si es que los veían). Un giro paradigmático
ocurrió en los años 50 con el desarrollo de la Teoría
General de Sistemas (Bertalanffy, 1969; Grinker,
1967), la Teoría de las Comunicaciones (Ruesch y
Bateson, 1951), y la Cibernética (Watzlawick y col.,
1967). La observación directa de familias al completo en el estudio de la esquizofrenia (Bateson y col.,
1956; Bowen, 1960; Lidz y col., 1965; Singer y
Wynne, 1965; Wynne y col., 1958) y, posteriormente, bajo distintos grados de disfunción, impulsó
que se pensara en el contexto familiar de los problemas humanos y en una intervención terapéutica destinada a cambiar los patrones de interacción disfuncionales. Todas las investigaciones apoyaban la existencia de unos patrones transaccionales continuos y
repetidos. Dejando de lado cuestiones como el
origen de los problemas, se observó que las interacciones reales ocurrían en forma de ciclos que mantenían o reforzaban la conducta alterada en el paciente, y que existía una cadena de causalidad circular y
compleja que conectaba las acciones y reacciones de
los miembros de la familia. Asimismo, se comprobó
que independientemente del tipo o la profundidad
de la intervención terapéutica individual, los síntomas reaparecían regularmente cuando el paciente
volvía a su vida anterior familiar en casa. El siguiente
paso lógico fue concebir una intervención terapéutica destinada a alterar estos patrones de relación disfuncionales mediante sesiones con la familia al completo.
Los 60 fueron unos años de rápida expansión de
la teoría y de experimentación de los distintos enfoques terapéuticos familiares sobre una gran variedad
de problemas. Este rápido crecimiento con la proliferación de nuevas ideas, técnicas y escuelas teóricas,
puede crear confusión sobre qué es una orientación
sistémica y cómo se practica la terapia familiar. (Rolland y Walsh, 1996).
Desde un punto de vista general, Minuchin en
1975 reconocía la existencia de tres corrientes en
EE.UU.:
—La transicional que trata de amalgamar conceptos nuevos de sistemas con conceptos dinámicos
tradicionales y en el que el tratamiento tiene como
objetivo la reestructuración psicológica del paciente,
poniendo énfasis en la exploración del pasado, en el
contenido de la comunicación y en la utilización de la
transferencia y la interpretación como técnicas.
—La existencial, que tiene como objetivo el crecimiento y expansión de la persona y en el tratamiento pone énfasis en la experiencia en el presente, entre el terapeuta y los miembros de la familia como
instrumento de cambios para ambos.
—La tercera corriente tiene como objeto el cambio del sistema familiar como contexto social y psicológico de los miembros de la familia y en la terapia el
énfasis está en la transformación de los procesos interpersonales en disfunción.


LA FAMILIA. DEFINICIÓN
Hasta la actualidad, la familia era considerada el
grupo primario más relevante de la sociedad, ya que
es en la familia donde el individuo recibe las más eficaces y duraderas pautas de socialización. Su personalidad social se forma en parte con este contacto y
comunicación (Fichter, 1990).
La familia ha sido estudiada en profundidad por
diferentes ciencias, considerándola como un “almacén económico, afectivo, educativo y social” (Garrido, 1995).
Es difícil establecer una definición de familia, ya
que esta ha ido cambiando con el paso de los años y
en función de las ideologías políticas. Si analizamos
las definiciones propuestas por varios autores, podemos llegar a un intento de definición.
Levi-Strauss (cit. por Garrido, 1995) definía a la
familia como “una sociedad formada por el marido, la mujer y los hijos de ambos, unidos por lazos
legales, con derechos y obligaciones prescritas, así
como por vínculos psicológicos y emocionales”.
Gough (cit. por Musitu y Herrero, 1994) considera que con el término de familia se hace referencia a
“una pareja u otro grupo de parientes adultos que
cooperan en la vida económica y en la crianza y
educación de los hijos, la mayor parte de los cuales o todos ellos utilizan una morada común”.
Misitu y Herrero (1994) definen a la familia como
“un grupo de personas directamente ligadas por
nexos de parentesco, cuyos miembros adultos asumen la responsabilidad del cuidado y educación
de los hijos”.
Para Garrido (1995) la familia es “un grupo que
tiene una estructura básica (padre-madre-hijos)
habitando en un espacio durante diversos ciclos
vitales que tiene como fin cumplir con funciones
sexuales-reproductoras, económicas, socioeducativas y afectivas abierta tanto a la familia extensa
como a la comunidad”.
En todas estas definiciones podemos observar como se hace referencia a que la familia es un grupo
de personas unidas por lazos de parentesco, que tienen una estructura y que realizan determinadas funciones.


ESTRUCTURA Y FUNCIONES DE LA FAMILIA
En general en cuanto a la estructura, existen
diferentes tipos de familia
—Familia extensa o amplia.
—Familia nuclear o conyugal.

Familia extensa
Se entiende por familia extensa un grupo formado por personas que están unidas por lazos de parentesco, que pueden pertenecer a distintas generaciones o que sean miembros familiares de una
generación particular así como sus cónyuges. Este tipo de familia es característico de las sociedades
preindustriales, en ellas los hombres y las mujeres se
casan pero continúan perteneciendo a la familia de
los padres de uno de los cónyuges.
En cuanto a las relaciones entre sus miembros,
predominaban las jerarquías de los padres sobre los
hijos, de los ancianos sobre los jóvenes, de los mayores sobre los menores, correspondiendo a la mujer el
papel de subordinación.
En relación a lo económico, este tipo de familia
constituía la unidad de producción y de consumo, estableciendo una tácita división del trabajo.

Familia nuclear
La familia nuclear, también denominada conyugal, elemental, básica o simple es el prototipo de familia que predomina en la actualidad. Es un grupo
formado por un hombre, una mujer y sus hijos socialmente reconocidos.
Para Murdock (citado por Garrido, 1995) la familia nuclear es un grupo social humano universal,
ya sea como la única forma de familia o como unidad básica integrante de formas familiares más
complejas.
En general por familia nuclear se entiende aquella
comunidad en la que predomina exclusivamente un
principio de parentesco primario: marido, esposa y
uno o más hijos. En este tipo de familia tiene lugar
una prevalencia de lo afectivo sobre lo económico, lo
que supone una gran riqueza y al mismo tiempo una
mayor fragilidad desde un punto de vista sociológico,
ya que está expuesta a mayores crisis psicológicas
(Pastor, 1988).

lunes, 28 de noviembre de 2011

Las variaciones raciales/étnicas,sustancias entre adolescentes en EE.UU





Archives of General Psychiatry
FUENTE : http://archpsyc.ama-assn.org



LAS VARIACIONES RACIALES/ÉTNICAS EN TRASTORNOS RELACIONADOS CON SUSTANCIAS ENTRE LOS ADOLESCENTES EN LOS ESTADOS UNIDOS.




Li Wu-Tzy, ScD , George E. Woody, MD ; Chongming Yang, PhD ; Jeng-Jong Pan, PhD ; Dan G. Blazer, PhD, MD 
Arch Gen Psychiatry.  2011; 68 (11) :1176-1185. doi: 10.1001/archgenpsychiatry.2011.120
Contexto  Si bien los jóvenes grupos raciales / étnicos de la población de más rápido crecimiento en los Estados Unidos, los datos sobre trastornos relacionados con sustancias entre los adolescentes de diversos orígenes raciales / étnicos son insuficientes.
Objetivo  Examinar la magnitud de el año anterior el DSM-IV trastornos relacionados con sustancias (alcohol, marihuana, cocaína, inhalantes, alucinógenos, heroína, opiáceos analgésicos, estimulantes, sedantes y tranquilizantes) entre los adolescentes de blancos, hispanos, afroamericanos, nativos americanos, asiáticos o isleños del Pacífico, y varios raza / etnia.
Diseño de  la Encuesta Nacional de 2005 a 2008 sobre el Uso de Drogas y la Salud.
Configuración  de investigación académica.
Los participantes  no institucionalizada de los adolescentes del hogar de 12 a 17 años.
Principales medidas de resultado  trastornos relacionados con sustancias fueron evaluadas por preguntas de la encuesta estandarizada administrada usando el equipo de audio, entrevistas asistidas por el método.
Resultados  de 72 561 adolescentes de 12 a 17 años, el 37,0% consumía alcohol o drogas en el último año, un 7,9% cumplían los criterios para un trastorno relacionado con sustancias, con los nativos americanos tienen la prevalencia más alta de uso (47,5%) y el desorden (15,0 %). Opioides analgésicos fueron los segundos más comúnmente usado drogas ilegales, la marihuana siguientes, en todos los grupos raciales / étnicos, el uso de analgésico opioide fue relativamente frecuente entre los adolescentes de los nativos americanos (9,7%) y múltiples raza / etnia (8,8%). Entre los 27 705 últimos años de alcohol o drogas, los nativos americanos (31,5%), los adolescentes de raza múltiples / etnia (25,2%), los adolescentes de raza blanca / etnia (22,9%) e hispanos (21,0%) tuvieron las tasas más altas de trastornos relacionados con sustancias. Los adolescentes utilizan la marihuana con más frecuencia que el alcohol u otras drogas, y el 25,9% de los consumidores de marihuana cumplían los criterios de abuso o dependencia de la marihuana. Después de controlar por edad de los adolescentes, las variables socioeconómicas, la densidad de población de residencia, la salud autoevaluada, y año de la encuesta, el análisis ajustado de los usuarios de sustancias en los adolescentes indican probabilidades elevadas de trastornos relacionados con sustancias entre los nativos americanos, los adolescentes de raza múltiples / origen étnico, los adolescentes de raza blanca / etnia, y los hispanos en comparación con los afroamericanos, los afroamericanos no difieren de los asiáticos o isleños del Pacífico.
Conclusiones  El consumo de drogas está muy extendido entre los adolescentes de los nativos americanos, raza blanca, hispana, y varios / etnia. Estos grupos también se ven desproporcionadamente afectadas por trastornos relacionados con sustancias.





Afiliaciones de los autores: Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento, Duke University Medical Center (Dres. Wu y Blazer), y el Social Science Research Institute, la Universidad de Duke (Dr. Yang), Durham, Carolina del Norte, Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Pennsylvania School of Medicine, . y Tratamiento del Instituto de Investigación, Filadelfia (Dr. Woody), y de Salud de Veteranos de Administración, Washington, DC (Dr. Pan) Contribuciones de los autores: Los datos fueron analizados por los doctores Wu y Yang. El Dr. Wu tuvo pleno acceso a todos los datos en el estudio y asume la responsabilidad por la integridad de los datos y la exactitud de los análisis de datos.













OTROS ARTÍCULOS DE ABUSOS DE SUSTANCIAS/ALCOHOLISMO

Trastornos de la Personalidad y el curso de 3 años de trastornos por uso de alcohol, drogas y nicotina
Deborah Hasin, PhD , Miriam C. Fenton, MPH , Andrew Skodol, MD , Robert Krueger, PhD , Katherine Keyes, PhD ,Timoteo Geier, BA , Eliana Greenstein, MA , Carlos Blanco, MD, PhD , Bridget Grant, doctorado, PhD 
Arch Gen Psychiatry.  2011; 68 (11) :1158-1167. doi: 10.1001/archgenpsychiatry.2011.136
Contexto  Poco se sabe sobre el papel de una amplia gama de trastornos de la personalidad en el curso del trastorno por uso de sustancias (TUS) y si estos se diferencian por la sustancia. La literatura existente se centra fundamentalmente en el trastorno de personalidad antisocial y no llegar a conclusiones claras.
Objetivo  Determinar la asociación entre el 10 DSM-IV los trastornos de personalidad y la persistencia de los TCS común en un estudio prospectivo de 3 años de una muestra nacional.
Diseño  Los datos fueron extraídos de los participantes en la Encuesta Epidemiológica Nacional sobre Alcohol y Condiciones Relacionadas (NESARC) que había de dependencia del alcohol (n = 1172), el trastorno de consumo de cannabis (n = 454), o dependencia de la nicotina (n = 4017) al inicio del estudio y que fueron entrevistadas después de 3 años. Variables de control incluidas las características demográficas, los antecedentes familiares de abuso de sustancias, trastornos del Eje I de referencia y el estado de tratamiento, y la duración previa SUD.
Principal medida de resultados  persistentes SUD, que se define como reunión de todos los criterios del SUD relevantes a lo largo de los 3 años de seguimiento.
Resultados  SUD persistente se encontró entre el 30,1% de los participantes con dependencia del alcohol, un 30,8% con trastorno de consumo de cannabis, y 56,6% con dependencia a la nicotina al inicio del estudio. Trastornos del Eje I no tienen asociaciones fuertes o consistentes con SUD persistente. Por el contrario, el trastorno de personalidad antisocial se asoció significativamente con el alcohol persistente, el cannabis, la nicotina y los trastornos de uso (odds ratio ajustado, 2,46 a 3,51), así como trastorno de personalidad borderline (odds ratio ajustado, 2.04 a 2.78) y el trastorno esquizotípico de la personalidad (de probabilidad ajustada ratios, 1,65-5,90). Trastornos de la personalidad narcisista, esquizoide y trastorno obsesivo-compulsivo eran menos consistentemente asociada con la persistencia SUD.
Conclusiones  Las conclusiones consistentes sobre la asociación de trastornos de la personalidad antisocial, límite y esquizotípico con SUD persistente indica la importancia de estos trastornos de la personalidad en la comprensión del curso de la SUD. Los estudios futuros deben examinar las reclamaciones dimensional de trastornos de la personalidad y el papel de los componentes específicos de estos trastornos, los contribuyentes biológicos y ambientales de estas relaciones, y las posibles aplicaciones de estos hallazgos para el desarrollo del tratamiento.





Afiliaciones de los autores: Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Médicos y Cirujanos (Dres. Hasin, Skodol y Blanco), y el Departamento de Epidemiología de la Escuela Mailman de Salud Pública (Dres. Hasin y Keyes y Fenton Ms), la Universidad de Columbia y New York State Psychiatric Instituto (Drs. Hasin, Keyes, y Blanco, Mss Fenton y Greenstein, y el Sr. Geier), Nueva York, el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Arizona College of Medicine y el Sunbelt de colaboración, Tucson (Dr. Skodol), Departamento de Psicología de la Universidad de Minnesota , Minneapolis (Dr. Krueger), y Intramural Laboratorio de Epidemiología y Biometría, Instituto Nacional de Abuso de Alcohol y Alcoholismo, Rockville, Maryland (Dr. Grant).

sábado, 26 de noviembre de 2011

Posmodernidad y Salud Mental











Posmodernidad y Salud Mental
ISBN13: 978-84-614-0851-1
Jesús J. de la Gándara Martín
Aseguran los expertos que la vida pos-moderna es estresante y peligrosa para la salud mental. No hay más que ver como aumentan los trastornos mentales, como crece el consumo de psicofármacos y psicoterapias, y como triunfa todo los que empieza por “psico”. Ahora bien, no es fácil entender porque en estos tiempos tan “pos-hiper-ultra-modernos”, en los que sabemos tanto, tenemos tanto y compartimos tanto, vivimos tan “mala-mente”. Posiblemente padecemos “trastornos del malvivir”, que quizá no sean enfermedades, pero generan sufrimientos, incapacidades y necesidades...
















Fuente: www.psiquiatria.com


ÍNDICE
1. Hoja de ruta
2. Inquietud en el Paraíso
3. La insoportable vida posmoderna
4. Yo amo a mi psiquiatra
5. Trastornos del malvivir
6. Cosas de la edad
7. Cosas de mujeres
8. La cadena umbilical
9. El síndrome del espejo
10. Drogas posmodernas
11. La gran mascarada
12. Brotes de “humanotecnia


1. HOJA DE RUTA
Los expertos aseguran que la era en la que vivimos se llama “posmodernidad”
1También dicen que el estilo de vida posmoderno es peligroso para la salud mental. Se 
apoyan en el aumento aparente de trastornos mentales, en el crecimiento del consumo 
de psicofármacos y psicoterapias, y en el triunfo imparable de todo lo que empiece por 
“psico”. Ahora bien, no es fácil entender por qué en estos tiempos tan “pos-hiper-ultramodernos”, en los que sabemos tanto, tenemos tanto y compartimos tanto, tenemos tan 
mal  la mente. 
Pero, ¿de verdad padecemos tantos trastornos? ¿Acaso estamos atrapados en una 
especie de “malvivir” generalizado? ¿O quizá es que ahora no aguantamos tanto como 
antes? Hay algunos que dicen que muchos de esos problemas, sufrimientos, 
incapacidades o necesidades de los que nos quejamos, no son  realmente enfermedades
sino simples incomodidades o molestias, los flecos sucios de una posmoralidad rosicler 
y mediática, y que lo que sucede es que nuestra capacidad de tolerancia, resignación y
acomodo es mínima; que caemos en la angustia, la depresión o las drogas a nada que las 
cosas se pongan cuesta arriba. Otros dicen que la culpa la tiene el hipermercado global 
que nos gobierna y confunde. También los hay que opinan que los grandes avances de 
la ciencia, la técnica y la información, no han conseguido modernizar el “valle de 
lágrimas”, ni cumplir con las profecías de salud y bienestar para todos en los años “dos 
mil” que los sabios de la OMS nos auguraron.



Lo cierto es que vivimos tiempos veloces e inestables, informativos e informatizados,
lúdicos y humorísticos, cambiantes y efímeros. Estamos sometidos a la égida de la 
publicidad, el imperio de la moda, la tiranía del placer y la agonía del deber. La belleza 
se antepone a la salud y el dinero a la ostentación, la sexualidad es preferible al amor y 
la relación virtual a la amistad confidente. La mercadotecnia genera deseos y 
necesidades irreales que llevan a un consumismo desaforado que sólo nos satisface 
fugazmente, para generar nuevas ansias insatisfechas.  El ocio, el placer, el 
individualismo y los compromisos éticos dominan sobre el esfuerzo, el deber y las 
imposiciones morales. Los neo-fanatismos sustituyen a las religiones, las supersticiones 
a las creencias. Las grandes verdades han sucumbido,  las ideologías y liderazgos 
absolutos se han relativizado, vivimos sumergidos en disonancias y contradicciones. 
Hemos dejado atrás el rigor revolucionario para caer en el postmoralismo consumista, 
basado en la ética light, el culto narcisista a la personalidad y el goce ilimitado del 
hedonismo. Pero cada vez estamos más desarmados ante la vieja angustia original, 
somos más vulnerables, necesitamos más ayudas sociales o químicas. Y según 
declaman los más alarmistas, los viejos apoyos humanos, los valores y marcos de 
referencia y aseguramiento, la familia, la tribu, el grupo, la ciudad, la nación, la religión, 
el partido, la ideología… están en crisis, unos a punto  de extinguirse, otros 
definitivamente arruinados. Esperábamos que la ciencia, la técnica y el estado social, 
nos facilitaran los medios, recursos, remedios y cuidados, suficientes para aliviarnos, 
sanarnos y satisfacernos a todos. Pero por desgracia la vida real sigue siendo tan cruda, 
tenebrosa y angustiosa como siempre, por mucho que cerremos los ojos al telediario 



nuestro de cada día, en el que se patentiza la profecía de León Trotsky, “El que desee 
una vida tranquila, no debería haber nacido en el siglo XX.”
Durante él cometimos las mayores atrocidades de la historia, tan desmesuradas que nos 
aterrorizaron a los propios seres humanos y aturdieron a los dioses. Pero también 
alcanzamos los mayores avances científicos y sociales: el darwinismo se hizo ciencia, el 
psicoanálisis inundó las relaciones humanas y el arte, la teoría de la relatividad dio 
claridad al Universo, la energía atómica nos deslumbró y aun nos sigue iluminando, los 
medios de comunicación nos han unido en una asamblea mundial de similitudes.
Pero las innegables ventajas de todo ello también han  supuesto graves amenazas para 
las seguridades esenciales de los seres humanos. Así caminamos deslumbrados y 
cegatos en un mundo ensombrecido por tantas luminarias, como los protagonistas de las
películas y novelas pos-atómicas, en las que las guerras globales y los cambios 
climáticos acaban con la vida en la Tierra. Tenemos más libertades, más opciones, pero 
¿realmente somos más libres? Tenemos muchas tarjetas de crédito, pero ¿somos más 
ricos? Parecemos más bellos, ¿pero lo somos? Habitamos una sociedad lúdica, ¿pero 
realmente nos divertimos? Somos más veloces, más informados, más comunicados, 
pero también más individualistas, más ególatras, más narcisistas; reclamamos más 
nuestros derechos y libertades individuales, pero vivimos rodeados de normas, 
restricciones y coerciones democráticas. Vivimos “cien años”, pero parece que estemos 
fatal de salud; somos hipocondríacos y sufrimos con ansiedad miles de chequeos y 
campañas preventivas; estamos más amenazados que nunca por el cáncer y las 
coronarias y los virus; y también más estresados, angustiados, deprimidos, 
insatisfechos, desasosegados, y enganchados a las viejas y nuevas adicciones. 
Por eso triunfan todas las medicinas, las científicas y las alternativas; los programas de 
radio y televisión, las revistas y suplementos de salud lideran las cifras de audiencias y 
lectores; los balnearios y hoteles-spa, el relax y  las terapias orientalistas arrasan. 
Necesitamos de todos ellos para buscar alivios, liberaciones y satisfacciones. ¿A dónde 
vamos con todo esto? ¿Realmente estamos tan mal? ¿Podemos confiar en el futuro o 
hemos de ser pesimistas? ¿Que podemos hacer para cambiar lo malo y aprovechar lo 
bueno? ¿Podemos mejorar nuestra salud mental y física? ¿Hay alguna esperanza para la 
humanidad posmoderna?
Dicen los científicos que los humanos somos los únicos animales que han llegado a 
disponer de un cerebro tan inteligente que es capaz de modelarse a si mismo, aunque ya 
no sea sólo nuestro. En efecto disponemos de un nuevo cerebro social que genera una 
ingente inteligencia compartida, pero: ¿Sabemos usarla? ¿Lograremos que el cerebrosocial-colectivo-informativo sirva para nuestro beneficio, o caeremos en sus trampas? 
¿Esa novísima ciencia llamada “neurocultura” acabará librándonos de todo mal, o será 
nuestra propia tumba?
De todo eso trataremos en este libro, apoyándonos en dos pilares. En primer lugar en 
una indagación somera de las condiciones bio-psico-sociales de la edad posmoderna,
que nos permita entender cómo somos y actuamos los seres  humanos que la 
componemos, y también las causas, prevenciones y alivios de esas pretendidas 
patologías mentales posmodernas de las que tanto se habla. En segundo lugar me 
apoyaré en mi propia experiencia clínica cotidiana, acumulada a lo largo de casi tres


décadas de plantar la silla y la mesa frente a los sufrimientos, limitaciones y necesidades 
de miles de pacientes y allegados. 
La pretensión última, quizá excesiva, sería llegar a alguna propuesta optimista, a alguna 
reflexión útil, a alguna solución que, sino definitiva, si se aproximase al menos a un 
plan digno de ser intentado.