domingo, 15 de mayo de 2011

Herramientas de diagnóstico para TDHA






MÁS DATOS SOBRE LA ACTIVIDAD CEREBRAL, MANEJO MÁS ADECUADO DE LA ENFERMEDAD
Herramientas de diagnóstico para TDHA
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) puede beneficiarse de ciertas pruebas diagnósticas si los perfiles patológicos no están bien definidos o no existen respuestas terapéuticas. Fernando Mulas, director del Instituto Valenciano de Neuropediatría (Invanep), detalla qué pruebas pueden ser las más adecuadas para cada caso y qué datos concretos aporta cada una de ellas.


Según Fernando Mulas, director del Instituto Valenciano de Neuropediatría (Invanep), "las propuestas de diagnóstico y tratamiento del trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) son variadas y existen controversias en los manuales de diagnóstico, como las valoraciones subjetivas e imprecisas del TDAH por el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-IV), ya que están conformadas por la mera y escasa enumeración de síntomas clínicos del trastorno, sin definir con claridad criterios propios que lo delimiten".

En la actualidad, ese diagnóstico sigue siendo clínico y, además de la aplicación del DSM-IV, "se pueden pasar entrevistas como la SNAP-IV (escala de Swanson, Nolan and Pelham) o el cuestionario Rating Scale (validado en español), para decidir que estamos ante un TDAH y empezar con el tratamiento". No obstante, "si consideramos la conveniencia de perfilar más el diagnóstico preciso para una mejor intervención y seguimiento futuro del TDAH, es necesario contar con pruebas o baterías neuropsicológicas".

Batería neuropsicológica
Además, ha apuntado que "existen exploraciones neurofisiológicas que pueden ser de especial interés en el TDAH, como los potenciales evocados P300, sin olvidar los registros de electroencefalografía tanto en vigilia como en sueño, dadas las alteraciones que pueden encontrarse en los niños TDAH respecto a los controles". Por último, también es necesario tener en cuenta las analíticas, "que incluyen el metabolismo del hierro y cuantificación de las hormonas tiroideas para completar la valoración".

Para Mulas, la definición del trastorno se debe realizar de forma más objetiva por la evaluación específica de la atención y de los mecanismos de control inhibidor dentro del marco del enfoque del procesamiento de la información (Input, Performance y Output). Por ello, se emplean determinadas baterías neuropsicológicas, que evalúan el funcionamiento cerebral superior que regula el control inhibidor, los procesamientos de la atención y las funciones ejecutivas, fundamentales para el correcto aprendizaje, incluida la memoria de trabajo.

"Existen tres algoritmos básicos de diagnóstico y entrenamiento en funciones ejecutivas (FE) en las disfunciones prefrontales observadas en los pacientes con TDAH" y, según la sistemática que a nuestros pacientes se les realiza en el Centro de Neurodesarrollo Interdisciplinar de Valencia, coordinado por el psicopedagogo Luis Abad, cada uno de estos síndromes es el corresponsable de dificultades o trastornos específicos".

El síndrome prefrontal medial o cíngulo anterior, caracterizado por pérdida de la espontaneidad y de la iniciativa, apatía, pasividad, trastornos del lenguaje, conducta de imitación-utilización, alteraciones en pruebas de atención e inhibición, "se valora con los tiempos de reacción (RT), Continuous Performance Test (CPT) y la atención selectiva (SAT)".

En el dorso-lateral (disfunción ejecutiva relacionada con la planificación, trastornos de la flexibilidad cognitiva, fluencias verbales y no verbales, programación motora y de la resolución de problemas, desmotivación, memoria de trabajo, razonamiento y formación de conceptos), "la flexibilidad cognitiva se valora con el Wisconsin Card Sorting Test".

Deficiencias propias
En el órbito-frontal (desinhibición en el control de impulsos, falta de responsabilidad, conducta antisocial o indecente, alteraciones del juicio, cambios de humor, irritabilidad, distractibilidad, incapacidad para realizar un esfuerzo mantenido, regulación emocional), "se emplea el CPT y el SAT para el control de espera e impulsos, y la prueba Stroop para el control de interferencia".

Mulas ha señalado que "observamos frecuentemente en pacientes con TDAH-I (subtipo inatento) el síndrome del cíngulo; en pacientes con TDAH-C (combinado), el dorso-lateral, y en pacientes con TDAH-HI (hiperactivo-impulsivo), el órbito-frontal", y ha remarcado que "entrenar los déficits propios de cada subtipo diagnóstico nos permite alcanzar logros más adecuados de intervención".

Según ha explicado, la prueba neurofisiológica más relacionada con el TDAH son los potenciales evocados cognitivos (P300).

En un registro de potenciales evocados cognitivos con paradigma oddball, se presentan al niño dos estímulos distintos que aparecen de forma azarosa y se le pide que apriete un botón ante la aparición de uno de los dos -puede hacerse con dos estímulos auditivos diferentes, siendo uno de ellos el más infrecuente, o con estímulos visuales, como presentar repetidamente una misma imagen (coche), alternándola de forma esporádica con otra (barco).

"El estímulo infrecuente define la onda P300 y, gracias a la prueba, se puede apreciar un retraso en la aparición de la onda a los 300 milisegundos y también valorar la amplitud de la misma", ha señalado.

En su opinión, se trata de una técnica útil "para objetivar una situación real basal del estado neurofisiológico del sujeto con TDAH, permite un seguimiento para analizar los cambios evolutivos a la intervención terapéutica y localizar a los pacientes respondedores a la medicación, al mismo tiempo que se comprueban sus correlatos clínicos". No obstante, ha apuntado la necesidad de continuar investigando en estos aspectos.

Test genéticos
El Invanep lleva trabajando desde hace varios años con un algoritmo desarrollado en función de los resultados de las baterías neuropsicológicas, lo que permite elegir con resultados muy satisfactorios el tipo de fármaco con mayor precisión según el perfil neuropsicológico de cada niño y sus consecuentes manifestaciones clínicas.

"En estos últimos meses nos hemos implicado en un estudio genético (Neurofarmagen) con 40 niños con TDAH, y a partir de una muestra de saliva se han identificado cinco de los genes candidatos. Los resultados se presentarán en el próximo Congreso de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica", ha anunciado el neuropediatra.







EL VALOR DEL ELECTROENCEFALOGRAMA
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Aunque sin valor desde el punto de vista diagnóstico, "es una exploración que no tiene riesgos y nos da una valiosa información de cómo está funcionando la actividad eléctrica cerebral, dado que no hay que olvidar que estamos ante uno de los trastornos del neurodesarrollo más frecuentes y que, además, se han descrito alteraciones EEG paroxísticas en los niños con TDAH que en algunas series llegan al 15-20 por ciento de los casos". Según Mulas, ello tiene aún mas valor cuando se objetivan alteraciones del sueño que no se sospechen que estén condicionadas por los fármacos, en cuyo caso es oportuno hacer un estudio de polisomnografía. "Esta visión no quiere decir que se tenga que hacer de rutina, pero debemos recordar que la mitad de los niños con TDAH tienen alteraciones del sueño, siendo lo más frecuente el síndrome de piernas inquietas". Por otra parte, ante la mínima sospecha de que los problemas de atención puedan estar relacionados con episodios de ausencias, es obligado hacer un estudio EEG. Mulas ha insistido en que "no debe obviarse sistemáticamente el EEG, pues vemos alteraciones relevantes que nos sorprenden en pacientes que nunca han tenido crisis y al menos hay que tener la precaución de informar a los padres y reconsiderar la conveniencia de dar un psicoestimulante cuando hay paroxismos epilépticos en un niño TDAH, siendo lo más prudente entonces pensar en uno no psicoestimulante".

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