lunes, 27 de febrero de 2012

Neurociencias y Psiquiatría







TRATADO DE PSIQUIATRÍA
F.Pallardó Salcedo.
www.psiquiatria.com
NEUROCIENCIAS Y PSIQUIATRÍA




“Nuestra esperanza en el futuro se basa en la química orgánica o en
una aproximación a las psicosis a través de la endocrinología. Hoy el
futuro está muy lejos por lo que debemos estudiar analíticamente cada caso de psicosis porque el conocimiento que ganemos servirá algún
día para dirigir una terapia química”.
Sigmund Freud, en una carta a Marie Bonaparte. 1930.










INTRODUCCIÓN
Durante siglos, la concepción del sistema nervioso
(SN) se basó en la idea de Galeno de que los ventrí-
culos cerebrales generaban un viento sutil, el “pneuma psyche”, que viajaba por el interior de unas supuestas cavidades de los nervios....



PERSPECTIVAS
Desde numerosos frentes se intenta progresar,
gracias a las nuevas tecnologías o dando nuevo sesgo a métodos ya clásicos, y así, la electroencefalografía es un instrumento injustamente olvidado porque, si bien es verdad que los registros habituales no
aportan gran información para la Psiquiatría, el tratamiento de los datos mediante programas adecuados de ordenador, informa sobre detalles como la
aparición de focos de ondas lentas en zona frontopolar izquierda en la depresión, de la presencia del mismo tipo de ondas en zona temporal izquierda y foco
especular frontopolar derecho en esquizofrenias con
síntomas delirantes, o de hipofunción global de hemisferio derecho en TOC –datos no publicados–, lo
que permite el tratamiento mediante estimulación
magnética repetitiva transcraneal (TMSr).
La magnetoencefalografía es una técnica de gran
futuro pero que en la actualidad se halla muy limitada su utilización por el enorme costo de los aparatos
y de su instalación.
No cabe duda de que los sistemas de neuroimagen

están contribuyendo de forma acelerada a un mejor
conocimiento de la función del sistema nervioso central. El TAC cerebral aporta imágenes con muy poca
información por su escaso poder discriminativo y
desde luego, como la RM cerebral, nos brindan datos
puramente morfológicos. El SPECT, aporta detalles
muy interesantes por cuanto su información es funcional, pero no se hurta al problema de la escasa discriminación estructural. Las técnicas más prometedoras y que están aportando resultados muy sólidos
son el PET y la RMi (resonancia magnética funcional), pues en ellas se une la posibilidad de registrar
localización de receptores a la observación de cambios en el consumo cerebral de oxígeno. Recientemente se ha puesto en funcionamiento un aparato
que une PET y RM, con el que se pueden obtener informaciones más detalladas y en tiempo real.


Parece necesario, aún tras una somera revisión
como la presente, plantearse el problema que subyace en el fondo de toda la Neurociencia y la Psiquiatría: 


la conciencia. Emil du Bois Reymond dividía los

problemas por resolver en dos tipos: aquellos de los
que decimos ignoramus y aquellos de los que debe
decirse ignoramibus. 


Respecto al primer tipo de
problemas, está claro que hay muchos interrogantes
que los progresos técnicos acabarán aclarando. 


En el segundo tipo, las que ignoraremos siempre, parece
situarse la conciencia. No se acaba siquiera de definir
qué es la conciencia, y aunque lleguemos a una definición inequívoca, en este tema el salto de la estructura a la función nos parece insalvable. Podemos llegar a conocer –valga el símil de la computadora– el
“hardware” e incluso el “software” de los diversos
procesos cerebrales, pero el “gran software” el que
integra todos los otros y la adquisición modulada de
informaciones del perimundo y del Yo íntimo, nos
parece inalcanzable ahora y en el futuro. En esta
búsqueda se ha llegado a los más curiosos extremos,
y así, Penrose y Hameroff, con una visión cuántica
del problema, sugirieron que el electrón situado entre las subunidades α y β de la tubulina sería el asiento de fenómenos cuánticos que modificarían el estado general del sistema nervioso como un todo...
pero los paramecios tienen túbulos, las células renales, etc. y, por lo que respecta al SNC, los astrocitos fibrosos tienen muchos más túbulos que las neuronas
y, que sepamos, no intervienen directamente en el
procesado de la información.


En la vulnerabilidad a aparición de esquizofrenias,
los estudios epidemiológicos muestran un componente genético perteneciente a la familia de enfermedades de herencia compleja, con un número de

genes implicados que interactuarían en forma “dosis
dependiente” o bien, habría un “gen principal” que
se expresaría en función de la presencia o ausencia
de otros “genes menores”. Se ha señalado como
muy probable la presencia de grandes regiones de
los cromosomas 6,8 y 22 implicados en la herencia
plurifactorial de vulnerabilidad a las esquizofrenias.
Los progresos en la biblioteca del genoma y el estudio con métodos no paramétricos anuncia futuros hallazgos.





De lo anteriormente visto podemos concluir que
el cerebro es una máquina molecular, no fractal, que
ha alcanzado dimensiones macroscópicas. Cuanto
mejor la conozcamos, más oportunidades tendremos
para corregir sus errores, al catálogo de los cuales
hoy llamamos Psiquiatría.

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