martes, 14 de junio de 2011

La terapia mixta es una esperanza de normalización para los heroinómanos





BASADA EN LA ADMINISTRACIÓN DE BUPRENORFINA Y NALOXONA ES UNA ALTERNATIVA FRENTE A METADONA

Fuente:
http://psiquiatria.diariomedico.com/



La terapia mixta es una esperanza de normalización para los heroinómanos

La terapia mixta basada en la administración de buprenorfina y naloxona parece alzarse como una alternativa al tratamiento convencional con metadona para la desintoxicación de los pacientes adictos a opiáceos. El autor del artículo desgrana las ventajas de este abordaje y las indicaciones concretas de su aplicación.


Una persona con dependencia a opiáceos (habitualmente heroinómana) es en realidad un paciente con una enfermedad crónica, es decir, que requiere una medicación que tendrá que tomar de por vida para poder funcionar normalmente, del mismo modo que lo hace un diabético que necesita insulina o una persona epiléptica. Se trata de enfermedades muy diferentes, pero que en cualquiera de los casos obligan al paciente a tomar su medicina porque de no ser administrada le sobrevendrá una crisis.




En el caso del paciente heroinómano o dependiente a opiáceos, el ingreso a terapia puede ser más complicado que la sola ingesta de la medicación, ya que no sólo se requiere de una medicina efectiva, sino que además se necesita del interés y voluntad del enfermo para empezar a ser tratado, además de otros factores, por ejemplo, derivados de su situación económica. Generalmente el heroinómano pertenece a una clase social media-baja, con una edad que sobrepasa los cuarenta años y que lleva muchos años consumiendo heroína. Esto implica una serie de hábitos sociales adquiridos y conductas que afectan a su comportamiento personal y social. No obstante, es posible recuperarlos y conseguir que tengan una vida mucho más normal, para satisfacción de ellos mismos y de sus familias, como se comprueba en los centros de asistencia a drogodependientes día a día.



Eliminar riesgos

El uso de la metadona (nombre del fármaco sustituto, opioide sintético menos adictivo que la morfina o la heroína), como medicamento principal en el tratamiento de este tipo de adicciones, es el más habitual y el conocido por la población en general. Pero los resultados obtenidos con su uso en pacientes no son totalmente satisfactorios. En Cartagena (Murcia) y partiendo del interés del coordinador de drogodependencias y de la Consejería, se ha apostado por un programa de terapia sustitutiva basada en la administración de una fórmula mixta que combina buprenorfina y naloxona y que, para satisfacción de todos, está dando muy buenos resultados.



Es muy alentador para el personal médico, y mucho más para el enfermo y sus familias, ver cambios positivos y radicales en el comportamiento del paciente. Eso es precisamente lo que se está observando en la consulta después de dos años de la introducción del programa. Las razones se explican fácilmente al hacer referencia a las diferencias en los resultados de la toma de uno y otro fármaco.



La administración de buprenorfina y naloxona elimina el riesgo de sobredosis que puede acompañar a la administración de metadona en pacientes que consumen paralelamente heroína

Antes de empezar, merece la pena recordar que el uso de la metadona surgió a raíz del interés/necesidad de brindar una mayor seguridad al paciente. Es decir, seguridad ante accidentes como, por ejemplo, una sobredosis de heroína que puede ser mortal. Pero ¿cómo actúa la metadona? Se trata de un agonista total que actúa sobre el receptor opiáceo y lo estimula al cien por cien. Si se toma en una cantidad suficientemente elevada puede generar una sobredosis y muerte: no tiene un efecto techo. El paciente puede buscar el consumo paralelo de heroína para conseguir esa experiencia que conocemos como estar colocado, por lo que puede seguir consumiendo y existe el riesgo de sobredosis, aunque este comportamiento no tiene que darse necesariamente. Además, el enfermo pierde capacidad cognitiva y siempre, según cada caso, puede quedar en un estado de somnolencia o ausencia. Desafortunadamente, la situación empeora si se tiene en cuenta que existe oferta ilegal de metadona en las calles.



¿Sólo ventajas?

La buprenorfina/naloxona solventa estos inconvenientes, empezando por el peligro de sobredosis. Esto ocurre porque la buprenorfina se fija al receptor opiáceo de forma más fuerte que cualquier otro, de modo que no puede ser desplazada. Es un agonista parcial que sí tiene un efecto techo y, una vez que el paciente está siguiendo el tratamiento, el consumo de otro tipo de opiáceo no tiene cabida, ya que no le haría ningún efecto, eliminando así el peligro de un consumo paralelo. El efecto techo evita la sobredosis, ya que, aunque el paciente tomara una alta cantidad de buprenorfina-naloxona y estimulara todos los receptores opiáceos, al ser un agonismo parcial no llegaría a la situación de sobredosis y muerte.



De cara al comportamiento social y a la propia apariencia del dependiente, otro aspecto diferenciador del tratamiento con buprenorfina/naloxona es la normalización de su estado cognitivo. Básicamente el paciente se encuentra en un estado normal, se le ve despierto. Éste es un factor relevante no sólo por lo que significa en los ámbitos familiar, social y en su desempeño laboral (por ejemplo, con la conducción de vehículos o la manipulación de maquinaria), sino porque también permite trabajar con el paciente en terapia psicológica. De esta forma se consiguen mejores resultados en el conjunto del tratamiento.

Debemos considerar dos aspectos muy importantes. Si el paciente está más normalizado, con un nivel cognitivo correcto y los consumos de otros opiáceos no son efectivos, podríamos encontrarnos con una situación muy favorable para el descenso de las tasas de delincuencia que son frecuentes en los adictos a opiáceos.



El objetivo es conseguir una solución integral para los pacientes con dependencia a opiáceos y esta terapia mixta con buprenorfina/naloxona da esperanzas al respecto. Requiere en todo caso de la voluntad inicial del paciente por liberarse de su dependencia, ya que el tratamiento sólo puede iniciarse cuando el enfermo registra niveles de abstinencia, estado que puede conseguirse después de estar 10-16 horas sin consumir heroína ó 24-36 sin consumir metadona. Es un inconveniente superable y sin muchas dificultades, como se ha comprobado en repetidas ocasiones.



De momento, el tratamiento combinado no está al alcance de todos los pacientes, ya que su accesibilidad depende de las políticas que subvencione cada una de las comunidades autónomas

Este tratamiento de sustitución, al igual que la metadona, se inicia y suministra por un médico en los centros de salud especializados y en dosis determinadas. Las tomas se hacen de forma muy sencilla mediante una pastilla que el paciente se coloca debajo de la lengua y que se disuelve en pocos minutos.



No está al alcance de todos

El perfil del paciente dependiente de opiáceos que puede ser tratado con la terapia mixta es amplio. Aunque consideramos que cualquier enfermo adicto a opiáceos puede ser susceptible de este tratamiento, está especialmente indicado en enfermos polimedicados, psiquiátricos de patología dual, pasando por pacientes con sida, con alteraciones electrocardiográficas o con problemas sexuales por la metadona, entre otros. No obstante, no puede ser tomado por mujeres embarazadas.



Aunque los resultados alcanzados con buprenorfina/naloxona son muy positivos, en la actualidad no está al alcance de todos, dependiendo su accesibilidad de las políticas de cada comunidad autónoma. Sólo en aquellas comunidades en las que el tratamiento está totalmente subvencionada no representa un inconveniente económico para el paciente acogerse al programa.



En la actualidad esta terapia mixta se presenta como una esperanza de normalización para los dependientes a opiáceos. Muchos de los enfermos atendidos durante el tratamiento, después de haber pasado por anteriores programas, suelen preguntar la razón por la cual no se les había introducido antes a este tipo de terapia, ya que están muy contentos con sus resultados. Ante la evidencia de los hechos, se puede pensar que, si bien las terapias basadas en un tratamiento mixto pueden suponer un mayor coste para el Estado en subvenciones, los resultados a largo plazo para el paciente y la sociedad en su conjunto confirmarán que en realidad se ha realizado una buena inversión.

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