jueves, 3 de marzo de 2011

Área Científica-Psiquiatría-Especialidades-Infantil











UNA MAYOR ACTIVIDAD NEURONAL CONTRIBUYE A LA DEPRESIÓN

Investigadores del Departamento de Energía del Laboratorio Nacional Brookhaven, del Cold Spring Harbor y de la Universidad de California en San Diego han identificado células hiperactivas en una diminuta estructura cerebral que puede desempeñar un papel clave en la depresión.

El estudio, que se ha efectuado en modelo experimental y cuyos primeros datos se publican hoy en Nature, servirá para revelar el mecanismo celular por el cual se desarrollan nuevos episodios depresivos y cuáles podrían ser las terapias más efectivas. La inhibición de la habénula lateral implantando electrodos puede revertir comportamientos asociados a la depresión. También esgrimen probables mecanismos que explicarían este efecto.

Trabajar para revertir
Se ha identificado un nuevo circuito anatómico en el cerebro que media la depresión y que, al parecer, interactúa con los sistemas cerebrales de recompensa y las señales encargadas de desencadenar constante desilusión, un efecto propio de las depresiones. Sin embargo, y según el neurobiólogo Fritz Henn, uno de los directores de la investigación, "la parte optimista es que, una vez identificado este circuito, sería posible trabajar sobre él y abrir así nuevas formas de revertir esos efectos".

Según Robert Malinow, codirector del estudio, las células nerviosas de la habénula lateral, origen de los pensamientos, estaban sobreestimuladas en los animales depresivos, lo que no ocurría en los controles, y el grado de hiperactividad nerviosa coincidía con el de los sentimientos de impotencia o angustia. Se sabe que la activación de esta región cerebral está relacionada con la liberación de serotonina y norepinefrina.
(Nature 2011; 470: 535-539).





Un cinco por ciento de la población infantil lo padece

INVESTIGAN EL COMPORTAMIENTO ANTISOCIAL PRECOZ EN NIÑOS

Una investigación presentada en el encuentro anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia ha señalado la importancia de los llamados rasgos de indiferencia (CU, en sus siglas en inglés) a la hora de identificar niños con riesgo de desarrollar comportamiento antisocial y otros problemas de integración. Estas patologías se ven influidas por factores genéticos, en especial en los niños varones, y por factores ambientales, más significativos en el caso de las niñas.


El evento combinó los resultados de dos estudios publicados en Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry y Journal of Abnormal Psychology, respectivamente.

El estudio, coordinado por Nathalie M.G. Fontaine, de la Universidad Bloomington en Indiana, en Estados Unidos, descubrió que un nivel alto de comportamientos CU y problemas de conducta estaban relacionados con problemas familiares a los cuatro años y comportamiento conflictivo a los 12.

Se analizaron los datos de 9.000 gemelos nacidos en Inglaterra y Gales entre 1994 y 1996. La evaluación de los rasgos CU estuvo basada en cuestionarios realizados por los niños a la edad de 7, 9 y 12 años. Los predictores familiares se basaron en información proporcionada por los padres, mientras que los profesores aportaron su visión sobre las características del comportamiento.
La condición de gemelos idénticos o no idénticos permitió establecer la relación entre los CU y los factores genéticos.

Los resultados mostraron una relación asimétrica entre los rasgos CU y la persistencia de los problemas de conducta: los niños con altos niveles de los primeros son más propensos a desarrollar los segundos, pero no tiene por qué ocurrir al revés.
Además, los niños con una trayectoria destacada de CU y problemas de comportamiento mostraron predictores negativos a los 4 años, como hiperactividad, falta de disciplina paterna y un hogar conflictivo. También resultaron más propensos a las experiencias negativas a los 12 años a la hora de relacionarse con otros niños, problemas emocionales y sentimientos negativos hacia sus padres.

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