viernes, 25 de marzo de 2011

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PSIQUIATRÍA

Comer acompañado es una forma de comienzo
Comedor terapéutico: reconciliarse con el placer
Si para la mayoría de las personas comer es un placer, para quienes padecen trastornos de la conducta alimentaria puede convertirse en un auténtico suplicio. Los comedores terapéuticos, que se engloban dentro de programas integrales de asistencia a esta patología, tienen como objetivo que la comida sea, además de un placer, una fuente de salud y de vida. Para ello, es necesario erradicar mitos, falsas creencias, restablecer el equilibrio perdido y adquirir hábitos dietéticos saludables.
Raquel Serrano – Viernes, 25 de Marzo de 2011 – Actualizado a las 00:00h


Erradicar de las comidas el consumo de pan, así como de cualquier tipo de salsa o hidrato de carbono y, mucho más, cuestionarse si las cremas hidratantes faciales o corporales aportan grasas al organismo son algunos de los hábitos que con mayor frecuencia se reproducen entre quienes padecen trastornos de la conducta alimentaria: anorexia nerviosa y bulimia, enfermedades con una incidencia preferencial entre mujeres de entre 18 y 30 años y que mantienen sus cifras de afectación mundial entre el 2 y 5 por ciento, en el caso de la bulimia, y entre el 1 y el 3 por ciento para la anorexia nerviosa. Así las cosas, uno de los objetivos prioritarios es que las pacientes se reencuentren con su bestia negra: la comida, dejen atrás conductas irracionales y restrictivas y superen el miedo a la báscula aprendiendo hábitos alimentarios saludables que no sólo no engordan sino que las va a mantener sanas y en forma.
Mejor en compañía
El comedor terapéutico, donde las muchachas comen menús habituales de una casa normal acompañadas de pacientes que no tienen este trastorno, es una de las mejores formas de rehabilitación dietética, y que parte de una premisa: “No obligar porque ello puede generar más rechazo hacia la comida”, han explicado a DM Marina Díaz Marsá, psiquiatra de la Unidad de Trastornos de Conducta Alimentaria y miembro del Cibersam; la psiquiatra Patricia Gómez Merino, e Irene de la Vega Rodríguez, psicóloga clínica, todas del Servicio de Psiquiatría del Hospital Clínico de Madrid, y responsables del comedor terapéutico que desde junio del pasado año funciona en el hospital y por el que ya han pasado, en grupos de 4 ó 5 pacientes, unos 20 enfermos. Esta iniciativa, de la que en Madrid también tiene similar experiencia los hospitales Santa Cristina y Niño Jesús, forma parte de un programa de tratamiento integral de estas patologías.
Las pacientes comen en compañía de otros enfermos que no tienen problemas de conducta alimentaria, lo que impide que la atención recaiga en la comida
Las pacientes acuden a comer, los mismos menús que se ofrecen al resto de pacientes hospitalarios, los lunes, martes, jueves y viernes sobre la una y media de la mañana y después hacen una hora de reposo para procurar “que la posible ansiedad generada por el hecho de comer se reduzca”.
Según Díaz Marsá, el objetivo es que aprendan hábitos saludables de alimentación, “no sólo qué tipo de alimentos son los más adecuados, sino también la forma de comer y en un tiempo aceptable. “Normalmente estas pacientes se entretienen con la comida: la desmenuzan, la dan vueltas e incluso la esconden. En el comedor hay personal sanitario que controla el proceso y ayuda mucho la presencia de pacientes no afectados porque no genera tanta obsesión por la comida”.
Otra variante del comedor se centra en pacientes con trastorno de la conducta alimentaria que presentan además comorbilidad con trastornos de la personalidad, alrededor de un 60 por ciento de las jóvenes, y que hacen el programa dietético completo que va desde las 10 de la mañana hasta las 3 de la tarde. “Un apoyo importante es la participación en los programas de habilidades donde cada paciente aporta ideas y actividades relacionadas con su trabajo o con algo que se le dé bien. Es una forma de desviar la atención exclusiva hacia la comida” y de elevar la autoestima, ha indicado De la Vega.
Parámetro objetivo
Existen, según Gómez Merino, dos perfiles: las pacientes más restrictivas, que realizan una reducción drástica no sólo de la cantidad sino también cualitativa, ya que tienden a comer sólo frutas y verduras cocidas y yogures. Las bulímicas, aunque pueden tener más ansiedad por la comida, no expresan esta alteración en las comidas habituales, puestambién tienden a restringir. Posteriormente, por la falta de control de impulsos, es cuando practican los atracones.
La experiencia es muy positiva: se entiende que comer no es sinónimo de engordar y se reducen conductas irracionales y desequilibradas
Pero, ¿qué ocurre cuando abandonan la comida tutelada y realizan el resto de las comidas del día sin compañía?. “Las pacientes tienen que realizar un autorregistro y que consiste en una especie de diario en el que se anota qué cosas comen en un día. No obstante, llevamos a cabo un control de peso corporal, un parámetro muy objetivo que corrobora que lo que dicen comer es cierto”, indica Díaz Marsá, que explica que la estancia media de esta peculiar escuela de rehabilitación alimentaria es de unos 3 meses. “La experiencia es muy positiva. Incluso algunas nos piden fotocopias de los menús para llevarse a casa porque les tranquiliza saber qué tienen que comer y realizar un balance calórico adecuado”, señala De la Vega. “Comer aquí les devuelve a la realidad de que comer no tiene porqué engordar, les quita el miedo, y evitan o minimizan errores e ideas falsas y preconcebidas sobre la alimentación”, según Díaz Marsá. Gómez apunta hacia otro aspecto ventajoso del comedor terapéutico: los ingresos hospitalarios son menos prolongados, ya que el control de la alimentación permite dar el alta sin tener, a lo mejor, un peso objetivo pero alcanzable”.
PERFILES, ESTRATEGIAS DE APOYO Y BÚSQUEDA DE SOLUCIONES
Existen patrones de personalidad que pueden derivar, con mayor facilidad que otros, en algún tipo de trastornos de la conducta alimentaria: personas muy perfeccionistas, obsesivas, controladoras, buenas estudiantes, “aunque con pobres recursos para la vida porque sus relaciones interpersonales, su tolerancia a la frustración y la búsqueda de la propia identidad fallan, en el caso de la anoréxicas”, indica Díaz Marsá. En el grupo de la bulimia se suelen dar mayores tasas de impulsividad o intentos autolíticos ocasionales. Pero también hay una vulnerabilidad biológica relacionada con los genes transportadores de la serotonina. De hecho, en los estudios familiares y de gemelos, la heredabilidad es muy elevada. El tratamiento integral contempla medidas farmacológicas centradas en antidepresivos, estabilizadores del ánimo, algunos de los cuales controlan las conductas impulsivas e incluso a controlar el peso en bulimia, y antipsicóticos en aquellos casos en los que la obsesión por el peso es casi delirante. Un segundo pilar es la aplicación de estrategias psicológicas. A pesar de que la cognitivo-conductual es la más clásica, los profesionales del Clínico han empezado a desarrollar la denominada dialéctico-conductual, “más encaminada al control de la impulsividad y a encontrar alternativas sanas hacia el malestar que les produce su cuerpo o las relaciones sociales”, ha explicado De la Vega.
MENÚS
1er PLATO
Macarrones con tomate
Panaché de verduras
Crema de patatas con tapioca
2º PLATO
Cerdo asado con puré de patatas
Tortilla de espinacas con zanahoria rallada
Ternera asada con zanahoria hervida en rodajas
POSTRE
Fruta de temporada
Yogur Bio
Manzada asada
1er PLATO
Lentejas guisadas
Champiñón al vapor
Sopa de sémola
2º PLATO
Albóndigas en salsa con patatas
Gallo al vapor con arroz blanco
Pollo al limón con ensalada
POSTRE
Fruta de temporada
Natillas
Yogur Bio

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